Estamos en la era del cambio, el aprendizaje organizacional y las grandes transformaciones a todo nivel, incluyendo a las personas, la sociedad y, por supuesto, las organizaciones. Hoy pareciera que la sociedad es cada vez más exigente, menos conformista, más crítica. La sociedad actual está en la búsqueda constante de nuevos esquemas y de más y mejores servicios y productos.

Por todo esto, los servicios que un consultor presta a sus clientes deben estar a tono con tales circunstancias. Podría decirse que los clientes de hoy esperan del consultor algo más que una simple herramienta u orientación sobre un aspecto particular. Por tanto, el consultor debe convertirse en un agente activo de cambio y aportar su «grano de mostaza» para que las personas y sus organizaciones se transformen en verdaderos focos de innovación y competitividad.

Entonces, el rol que actualmente los consultores debemos desempeñar ha cambiado de manera radical. La cuestión en esta ocasión es, ¿Cuáles son los aportes de valor que el consultor hace para que se geste el cambio en las personas y las organizaciones se transformen en motores de desarrollo, innovación y competitividad? ¿En qué deberíamos enfocarnos especialmente, para cumplir esta misión?

Te invito a que revisemos juntos este interesante tema, seguro de aportaré gotas de sabiduría valiosas y útiles.

 

Factores de Cambio con los que el Consultor puede agregar valor

      1. Comprensión del contexto y del fondo más que de la forma. El verdadero aporte de un consultor radica en su capacidad para interpretar el contexto y así imprimir una interesante tridimensión al conocimiento. Te lo voy a ilustrar con un ejemplo sencillo: Cuando el doctor decide inyectar a su paciente un medicamento para el dolor, su verdadera habilidad no radica en la decisión en sí misma de ordenar el medicamento; en cambio, esta radica en su capacidad para tener la visión de conjunto de toda la información disponible y de las circunstancias que rodean al evento puntual («dolor»), para poder enfocar el caso y llegar a un diagnóstico concluyente. A partir de este momento, el paciente tendrá una gran oportunidad de mejorar y de saber qué viene después. Así mismo es el trabajo del consultor; su capacidad para enseñarle a su cliente a pensar en tercera dimensión es un valioso aporte para gestar una nueva manera de enfocar la gestión de su organización.

     2. Comprensión de la realidad humana en la dinámica organizacional. Como lo expresé en otro de mis artículos, el trabajo de consultoría es, en esencia, humano. Por eso es necesario comprender que la dinámica de las organizaciones nace de la misma dinámica que viven los seres humanos, tanto afuera como adentro de la organización. Esto dos escenarios no siempre se pueden deslindar, sobre todo, porque son parte de una misma realidad. Esa es la razón por la cual el consultor logra un cambio significativo en la manera como su cliente enfoca el desarrollo de su organización, al hacer explícito el carácter humano de la dinámica en cuestión.

     3. Construcción de un sistema activo de cambio. El cambio es, en sí mismo, un motor que rueda de manera constante, sin interrupciones (al menos así debe ser). Pero, en todo caso, no debe ser un motor trabajando de manera aislada, sino, más bien, una serie de motores trabajando en forma armónica y sincrónica. En este sentido, el consultor debe tener la capacidad para poner «los motores en línea» e inyectarles la energía necesaria para generar el cambio deseado, la transformación necesaria.  

   4. La apuesta por el aprendizaje organizacional. Desde las teorías de cambio y aprendizaje organizacional, así como el pensamiento sistémico de Peter Senge (La Quinta Disciplina), las organizaciones (y las personas que viven ellas) ya no volvieron a ser las mismas. Todo esto generó, indiscutiblemente, un giro maravilloso en su manera de enfocar la gestión y el desarrollo, a través de la comprensión de la dinámica de cambio, aprendiendo nuevas prácticas y preparándose para competir de verdad. Esto es uno de los pilares esenciales del trabajo del consultor, por lo cual se constituye en un valioso aporte que el consultor puede (y debe) dar a su cliente.

    5. Innovar desde adentro, para competir afuera. El consultor debe concentrarse en que el cambio sea realmente relevante, radical; debe conducir a su cliente para que encuentre nuevas y mejores maneras de desarrollar y entregar productos y servicios capaces de sorprender y agregar valor. Así mismo, debe buscar la manera de que esto sea un motor de cambio que nunca se detiene. Es decir, debe ser un motor en constante evolución, una verdadera revolución que ayude a mejorar la competitividad de la organización.

Y así, podría referirme a muchos otros factores de cambio, porque este tema es tan amplio y apasionante que uno no quisiera que acabara jamás. Pero, ¿qué opinas si te lo dejo para tu reflexión y aporte? Sería interesante conocer tu opinión.

Esta fue otra maravillosa oportunidad de compartir contigo un tema más, relacionado con el aspecto humano de la consultoría. Sería agradable que pudiésemos tratar este y otros temas mientras trabajamos juntos. Pero esa decisión es solo tuya. Sabes que puedes contar conmigo.

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